miércoles, 8 de febrero de 2017

ALL YOU NEED IS KILL


Autores: Hiroshi Sakurazaka, Rgosuke Takeuchi, Yoshitoshi ABe, Takeshi Obata
Editorial: Norma
Tomos: 2
Precio: 8.50€
Género: ciencia ficción, acción
Demografía: seinen

Sinopsis: Keiji Kiriya, un joven soldado japonés, se ve obligado a revivir una y otra vez el mismo periodo de tiempo, el previo a una sangrienta batalla en la que, invariablemente, muere ante el enemigo, una raza alienígena que intenta conquistar el planeta. ¿Cómo escapar de ese ciclo de muerte y terror?


 VALORACIÓN PERSONAL 

All You Need is Kill es una de esas obras transmedia con cierta popularidad (aunque me da la sensación que en España ha sido la justa), que empezó como una novela de ciencia ficción y, posteriormente, ha contado con un manga dibujado por Takeshi Obata (famoso por ser el dibujante de Death Note, Bakuman y Hikaru no Go) y una película protagonizada por Tom Cruise con el nombre de Al filo del mañana. 


El manga que nos ocupa puede definirse por el mismo eslogan de la película: vive, muere y repite. Keiji es un soldado japonés que se da cuenta de que cada vez que muere vuelve al mismo punto de partida, un día antes del enfrentamiento con los extraños seres llamados “miméticos”. Al principio tendrá miedo, pero pronto se dará cuenta de que no tiene escapatoria y decidirá utilizar este fenómeno de repetición para hacerse tan fuerte que no tenga que volver a morir una vez más. 


Ya en el segundo tomo se descubrirá qué es el fenómeno de repetición y como pararlo, además de adentrarnos un poco más en el pasado del protagonista y la coprotagonista, que tiene un papel esencial en la segunda mitad de la obra. El dibujo es muy bueno, como todo lo que hace Obata, y la edición de Norma correcta, como es habitual. 


All You Need is Kill es una buena obra, cuya corta duración la hace ideal para todos los bolsillos. Es una pena no saber que le deparará el futuro a Keiji en las sucesivas batallas, pero puede que parte del encanto de esta serie sea este, contar lo que sería el comienzo de su guerra personal contra los “miméticos”. 

NOTA FINAL

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